¡Que razón tenía Picasso!

Picasso dijo: "Me llevó unos cuatro años pintar como Rafael y toda una vida pintar como un niño"

La primera vez que leí esta cita me impresionó.

Comencé a preguntarme qué tiene de especial dibujar cómo un niño, qué es lo que hacen ellos que llamó la atención de este artista genial que fue Picasso.

Por suerte para mí no tuve que ir muy lejos para averiguarlo.

Sólo tuve que agacharme un poquito y comenzar a observar al niño que tenía más a mano: mi hijo Nicolás.

 

Mi hijo Nicolás Castell pintando a los 4 años

Enumero algunas cosas que descubrí:

  • Los niños no hacen bocetos.

¿Has visto algún niño hacer un sketch o un esbozo de lo que quieren dibujar? Seguramente no, y si no lo has visto es porque no suelen hacerlo. Ellos dibujan sin más.

Hay una conexión directa entre la mente y la mano, una conexión mágica y sin censuras.

Me refiero a los niños antes de la etapa escolar.

Mi hijo dibujaba verdaderos murales, con muchísimos detalles.

¡Voy a dibujar una lucha entre soldados!- me decía, entonces le facilitaba una hoja bien grande, más grande que A3, y comenzaba la fiesta. Un soldado por allí, otros 10 por allá, cañones, escopetas, madre mía, un sin fin de elementos y todos iban encajando como un puzzle. Un trabajo asombroso, y sin un solo boceto.

Mientras que yo, no paraba de gastar folios y folios con distintos bocetos antes de hacer un trabajo.

Y no hablemos de las gomas de borrar. Eso me lleva a mi segundo descubrimiento.

Dibujo de mi hijo Nicolás Castell cuando tenía unos 7 años. 
  • Los niños pequeños no usan gomas de borrar.

¿Y sabes porqué?

No las necesitan. Les da igual el resultado. Que más da si el gato que dibujaron tiene 5 patas, o las orejas del retrato de su mamá están desalineadas. ¡No importa! ellos se sienten maravillosamente bien con el acto de dibujar y por supuesto con el resultado.

Hasta que algún adulto le señale los errores y les haga sentir que se han equivocado, y según la sensibilidad del niño o las veces que se repita esa acción iremos matando al pequeño artista que todo niño lleva dentro

Dibujo de mi hija Giselle  cuando tenía unos 4 años. 

Este momento suele coincidir con la etapa escolar, con la madurez de nuestros pensamientos. Comenzamos a darnos cuenta que lo que dibujamos no se parece a la realidad.

Pensamos algo y no lo vemos reflejado en el papel tal cual apareció en nuestra cabeza.

No encontramos los recursos para poder hacerlo bien, o lo que nos han hecho creer que está bien. Nos frustramos. Poco a poco dejamos de dibujar. ¡La paradoja es que para mejorar y hacerlo cada vez mejor, precisamente hay que seguir dibujando!

Observando y dibujando.

Abrir nuestros ojos e interpretar lo que vemos con nuestro lápiz.

Es nuestro dibujo, no una foto.

Es nuestra visión.

Tendrá nuestro toque, nuestra esencia, será diferente porque no hay una persona igual a otra.

Tus errores y limitaciones le darán carácter y expresión.

Esto lo sé ahora, después de unos cuantos años, de algunas lágrimas y mucha frustración.

A ver, no soy psicóloga, ni educadora…sólo soy una mujer, que fue niña y que por mucho tiempo dejé que esa niña interior, la que dibujaba sin parar vaya apagándose hasta que un día no dibujó más.

No quiero que esto te pase a ti. No quiero que esto le pase a nadie más.

Quiero que disfrutemos dibujando.

Quiero que nos divirtamos juntos y compartamos nuestra pasión.

Que nuestros lápices se encuentren y nuestros dibujos se conozcan.

¿Qué te parece?

Sigamos charlando, ¿Me cuentas tu experiencia?

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